domingo, marzo 30, 2008

¿Se Hunde el Mercado?

Salda de nuevo La Factoría de Ideas. Así que juguemos a ser apocalípticos, a fin de cuentas, después del hundimiento de la construcción y la banca no sería raro que le ocurriese lo mismo a la edición de ciencia ficción.
Bromas aparte, hay una cosa que es cierta, si yo me voy a gastar, como calculo, unos 20-30 euros en esos saldos, significa que serán unos 20-30 euros que no me gastaré en otras editoriales como Bibliopolis o Gigamesh. Si añadimos la misma cantidad al otro saldo reciente (el de Minotauro), y lo extrapolamos a muchos otros compradores como yo, la cosa no debe de pintar muy bien.
Como en tanas otras cosas: veremos.

jueves, marzo 27, 2008

Memoria Recuperada: "El Ángel con la Espada" de C. J. Cherryh


Traducción normalita de Rafael Lassaletta. En la portada una pequeña ilustración (correcta) sobre el libro. Nuevamente Cherryh y Edaf, una combinación que, evidentemente, resulta cargante. En primer lugar Edaf, se supone que según esta editorial nos hallamos ante una novela de fantasía ¡Y un carajo! Esto es ciencia ficción y, de hecho, transcurre en el mismo universo que “Cyteen” y “Estación Downbelow”, pero, claro, como estamos ante una sociedad medievalizante que ha perdido gran parte de su tecnología y sus contactos con el resto del universo podría pasar por fantasía, pero no lo es ni de coña. De hecho, no es ni siquiera ese extraño híbrido llamado Science-Fantasy.
Y, ahora, un toque sobre Cherryh, como escritora esta mujer me está empezando a hartar bastante. Se supone que el libro va a ser el inicio de un universo compartido (y me imagino que en E.E.U.U. lo será pero como aquí no han traducido las continuaciones…) y de ahí los gruesos apéndices con todo tipo de información (a veces un tanto aleatoria), mapas, historia, etc. Hasta ahí, todo bien, pero luego llegamos a la novela en sí y como es demasiado habitual en esta autora: mucho ruido y pocas nueces. Una historia de profundas y complejas intrigas político-religiosas en la que se ve envuelta una pobre y vagabunda canalera por amor. Todo un continuo ir y venir sin sentido, lleno de traiciones con aparición constante de personajes fuera de contexto y al modo de “deux ex machina”. Y, como siempre, ese feroz y horrible individualismo de Cherryh. Aquí no hay “buenos”, todos son “malos” y no te puedes fiar de nadie. Traición es aquí casi sinónimo de obligación. En fin, como casi siempre en Cherryh, decepcionante.

-----------------------------------------------------------------------------

Un libro que ha pasado sin pena ni gloria y con razón. En principio me atrajo el interesante escenario que Cherryh planteaba, una especie de Venecia reciclada. Lo malo es que la trama deja muchísimo que desear. Como indique en su momento es difícil seguir los tejemanejes de las intrigas de la nobleza de Merovingen. Pero esto no es una virtud, no es el mérito de un autor que está siendo oscuro de forma intencionada para acentuar la sensación de complejidad y misterio. Es simple y llanamente la obra de una escritora chapuza que no sabe hacer bien su trabajo. Por que, en realidad, la historia que narra la novela es tan sencilla como aburrida, tan tonta como insulsa. Una de las más malas novelas de Cherryh que tiene un buen montón de libros mediocres. Pero aún los hay peores, y si no permanezcan a la escucha.

martes, marzo 25, 2008

Sí Hoy Has Leído "El País"...

Si hoy has leído "El País" y te gusta la ciencia ficción sabrás de lo que voy a hablar, si no, más vale que te olvides de perezas e ideologías y vayas corriendo por un ejemplar. Busca en la, últimamente, un tanto devaluada sección de cultura un breve artículo de Fernando Savater sobre Arthur C. Clarke.
Si no es la mejor necrológica sobre este autor y, a la vez, una magnífica defensa de la ciencia fición y de sus virtudes (sin complejos y en un tono tan friki como el del más acérrimo fandomita), poco le falta.
Que gusto da saber que una persona a la que consideras de las más inteligentes y lúcidas de este país comparte y defiende con tanta inteligencia e ironía el mismo vicio que tú.
Gracias señor Savater, por eso y por otras muchas cosas.

domingo, marzo 23, 2008

"Historias de Fantasmas" de Henry James


Decir Henry James es poco menos que hablar de uno de los autores más exquisitos e importantes de la historia de la literatura. Un hombre dueño de un estilo inigualable y maestro a la hora de analizar la psicología de los personajes hasta matices insospechados. Todo hay que decirlo, para muchos lectores, es también sinónimo de aburrimiento y pesadez pero en eso, como en muchas otras cosas, hay opiniones.
James está considerado como un gran revolucionario dentro del ámbito de las letras que fue capaz de sacar a la novela realistas del callejón sin salida donde se había metido ella solita a finales del XIX. La opción del norteamericano fue alejar el foco de la acción y la descripción de una realidad determinada y centrarse en los personajes y su rico mundo interior, lleno de ambigüedades y oscuras motivaciones.
En este sentido James es un puente entre el XIX y el XX, el último de los autores decimonónicos y el primero de los autores modernos. Pero, además, James fue un gran aficionado a las historias de miedo y a la literatura de género (en su época defendido a Kipling, por ejemplo). Como no podía ser menos, esta afición le llevó a escribir una serie de relatos y novelas cortas que todavía hoy en día están consideradas como de lo mejor dentro del género de terror.
Quizá su obra más perdurable y famosa sea la archiconocida “Otra vuelta de tuerca”, pero no es menos cierto que a lo largo de toda su carrera escribió un buen puñado de cuentos de fantasmas a la altura de esta obra. Por desgracia, no es posible encontrar una recopilación decente de los cuentos de miedo de James en el mercado español (por lo menos yo no la conozco). Y hasta que Alba, Valdemar o Siruela lo hagan y dejen de publicar volúmenes con unos pocos cuentos reunidos sin ton ni son, habrá que seguir espigando a lo largo de su obra publicada buscando esas posibles joyas ocultas.
Este librito podría haber sido un buen intento por llenar ese hueco si no fuera por lo modesto de sus pretensiones. Sólo hay cuatro cuentos aquí reunidos pero, eso sí, excelentes y muy bien traducidos (uno de los grandes problemas con James), gracias, probablemente, a que Carlos Pujol (quizá el mayor experto académico en literatura de terror de nuestro país) haya sido el encargado de la edición de este libro.
Cuatro cuentos correspondientes a la juventud, madurez y final de la carrera de James y los cuatro llenos de una atmósfera sutil y llena de misterio. Al igual que en el caso de “Otra vuelta de tuerca”, varios pueden tener una explicación lógica o irracional, según el ánimo con el que los reciba el lector.
“El alquiler del fantasma”, es una obra de juventud llena ya de rigor y acierto. El misterio inicial (la tradicional casa encantada) deja paso al drama familiar para, al final, en una interesante vuelta de tuerca volver a situarnos en el terreno del cuento de fantasmas.
“Sir Edmund Orme” es, probablemente, el cuento que más de lleno se sitúa dentro del relato de fantasmas clásico al estilo anglosajón. El fantasma que protagoniza el cuento es uno de los más originales del género y es una perfecta excusa para que James despliegue su habitual habilidad para contarnos las complejas vicisitudes de las relaciones sociales entre las clases acomodadas de su época.
“Maud-Evelyn” es una obra maestra llena de sutilidad y veladas insinuaciones. Es, probablemente, el mejor cuento de fantasmas sin fantasmas, o la mejor narración de fantasmas no sobrenaturales que conozco. James logra un auténtico y pasmoso tour de forcé evocador y lleno de patetismo.
“La esquina alegre” es para Calvino el mejor cuento de James. También fue su última obra, escrita poco antes de morir. La historia del hombre que persigue a su propio fantasma, a su otro yo, el que hubiese existido de no haber permanecido decenios lejos de su Nueva York natal, es una especie de ucronía intimista donde las habilidades psicologistas de James son exprimidas hasta sus últimas consecuencias.
En fin, cuatro obras sin igual que merecen ser conocidas por cualquier amante de la literatura a secas. Una pena que tuviese que ser Caralt la encargada de su edición. Una editorial tremendamente chapuza y para muestra este librito, en el que la tercera historia se convierte en prácticamente ilegible ya que todas las páginas están totalmente cambiadas de sitio. Una auténtica lástima.

viernes, marzo 21, 2008

Memoria Recuperada: "Mareas de Luz" de Gregory Benford


Traducción buena de Marga Auerbach, portada con un dibujo un tanto extraño y confuso, atípico para la colección. Sin duda alguna, de todos los autores “nuevos” de ciencia ficción Benford es el mejor, o, por lo menos, el que más me gusta. Un profesor universitario de física con una clara orientación hard, pero con un interés por los seres humanos más bien soft y, sobre todo, con uno de los mejores estilos de la ciencia ficción.
Sus libros son una delicia y este, por supuesto, también lo es. De hecho, estamos ante la segunda parte de “Gran río del espacio”, un libro que me encantó y que provocó que me comprase al poco este. Y, como era de esperar, “Mareas de luz” continua en la línea del anterior: guerras humanos-mecs, aparición de nuevas especies, supercuerdas, etc. Como no, la aventura sigue siendo la nota predominante y, por lo tanto, se impone un estilo más ligero y desenfadado que en otros libros suyos. He de reconocer que prefiero más el tono reflexivo y complejo de “En el océano de la noche” o “A través del mar de soles” que el de estos tomos más comerciales.
Pero ¡Ojo! la comercialidad en Benford es engañosa, y aunque me gustó más “Gran río del espacio”, “Mareas de luz” resulta tan abrumadoramente impresionante que sólo me queda roerme las uñas los años que queden hasta que se publique la siguiente continuación.

-----------------------------------------------------------------

Y sí, me las roí hasta que llegaron las continuaciones correspondientes, por desgracia, a partir de este título Benford cayó en picado y los siguientes volúmenes no estuvieron a la altura de los cuatro iniciales (aunque el esti fue un invento de lo más interesante). “Mareas de luz” me gustó bastante pero, como ya dije en su momento, sigo considerando “Gran río del espacio” mi título preferido de esta saga. De hecho, me pareció tan impresionante que me empujó a comprarme este “Mareas de luz” sin esperar al saldo correspondiente (uno de los pocos libros que tuvieron ese privilegio en 1995). Aún así, hay unas cuantas escenas del libro que se me quedaron grabadas en la memoria, especialmente el uso de supercuerdas para partir un planeta en dos. Benford, desde luego, no suele pecar de falta de ambición.

jueves, marzo 20, 2008

Arthur C. Clarke 1917-2008, In Memorian


Debía de tener seis años cuando descubrí un libro en casa de mi abuelo. Era la edición en Reno de “2001. Una odisea del espacio”, la portada me fascinó pero no me atreví a tocarlo, pensaba que era demasiado difícil para mí. Recuerdo también a mi padre, mis tíos y mi abuelo hablar de este libro y, como no, de la película. Contaban cosas fascinantes sobre viajes más rápidos que la luz, evolución, monolitos y seres inimaginables. Debió de ser una de las primeras veces que vi una tertulia de aficionados a la ciencia ficción debatir sobre un libro o una película. Una escena que luego he visto (y protagonizado) incontables veces, probablemente lo más peculiar de toda la escena es que ni mi padre, ni mis tíos ni mi abuelo eran lectores habituales de ciencia ficción, pero Arthur C. Clarke fue, junto a Asimov y Bradbury, uno de los pocos autores de este género que no sólo leían los fandomitas y otros adictos, si no que llegaban al gran público con insultante facilidad.
Más tarde descubrí otra edición de “2001” en mi casa, en la colección RTVE de Salvat, me atreví a leerlo (tendría ya nueve o diez años) y me sentí tan fascinado como cuando escuche aquella conversación años atrás. Junto a otras lecturas de aquella época (de Asimov principalmente, para que negarlo), Clarke fue uno de los autores que me hizo amar la ciencia ficción y que me ha convertido un poco en el lector que soy (dudo que Manuel Fraga previese estas consecuencias cuando autorizó la colección RTVE, para que luego digan que la política no vale para nada).
Más tarde (¿13 años?) conseguí ver “2001” en un cine de verano y salí tan fascinado como de la lectura del libro pero esa es otra historia.
El problema con Clarke es que, para cuando me inicié en su lectura, ya tenía toda una carrera a sus espaldas en la que se mezclaba lo bueno con lo mediocre y lo directamente malo. Yo caí sobre su obra sin ningún tipo de plan ni aviso, de forma anárquica, en función de lo que había en las librerías. Por eso, gracias a él, tuve experiencias tan gratificantes como las lecturas de “Cita con Rama”, “La ciudad y las estrellas”, “Cuentos de la taberna del ciervo blanco”, o “El fin de la infancia”. Pero, también tuve que sumarle desengaños tan crueles como “El viento del sol”, “Regreso a Titán” o “Las fuentes del paraíso”.
Por tanto, en mi modesta opinión, hay un Clarke bueno, imprescindible, lleno de poesía, humanidad, ideas arriesgadas y filosofía melancólica. Pero también hay un Clarke malo, un autor árido, repetitivo, mecánico, con tramas aburridas y personajes de cartón piedra.
Aparentemente, se puede hacer una separación cronológica que casi coincide con ambos Clarke, el bueno sería el de los 40-50 (sus inicios) y el malo es de los 60 en adelante. Claro está, hay excepciones. Libros tan mediocres como “Las arenas de Marte”, “Claro de Tierra” o “En las profundidades” son de los 50 y esa pequeña joya que es “Cita con Rama” (su canto del cisne) es de los 70.
Quizá sea de mal gusto hablar en estos momentos de algunos de los puntos menos apreciados de Clarke como escritor: la continuación hasta la extenuación de grandes títulos en sagas tan vacuas como interminables (“2002”, “2010”, “2061”, “3001”), la publicación de algunas obras en el final de su carrera que sólo pueden ser calificadas como borradores y que únicamente se editaron por venir de quien venían (“El martillo de Dios”, “El misterio del Titanic”), las colaboraciones que no eran tales con ”negros” de todo tipo que actualizaron algunas de sus viejas obras (Paul Press o Gentry Lee con las continuaciones de "Rama" o la saga de "Venus Prime") y, como guinda, el supuesto plagio del ascensor espacial que le permitió ganar el Hugo por “Las fuentes del paraíso” y que, realmente, era obra de Charles Sheffield apareciendo en su primeriza novela “La telaraña entre los mundos”.
Como decía, podría hablar de estos puntos negros pero prefiero quedarme con el recuerdo de tantos y tantos buenos momentos que pasé con sus mejores libros. La sensación de maravilla de “La ciudad y las estrellas”, el potente sentido de la trascendencia de “El fin de la infancia”, el misterio más grande del género que es “Cita con Rama”, el suave sentido del humor irónico de “Cuentos de la taberna del ciervo blanco”, o la increíble sensación de soledad y grandeza de “2001”.
Es innegable que sus cuentos contienen algunas de sus mejores piezas, relatos como “El centinela”, “Los nueve billones de nombres de Dios”, “La estrella”, “Misión de rescate”, “Un encuentro con medusa” son piezas angulares de la ciencia ficción. Una buena antología donde aparecen sus obras primerizas (probablemente las mejores) es “Alcanza el mañana” pero también son recomendables “Relatos de diez mundos” y “Expedición a la Tierra”.
Clarke fue también un científico distinguido que colaboró en las investigaciones sobre el uso del radar durante la segunda guerra mundial y creo el concepto de satélite artificial. Fue también uno de los grandes divulgadores científicos del siglo XX (faceta esta menos conocida por los lectores españoles debido a la política editorial de nuestro país), pero, sobre todo, Arthur C. Clarke fue uno de los mayores autores clásicos de ciencia ficción, de las décadas en que el género se hizo mayor de edad y trascendió las fronteras, alguien a la altura de Asimov, Bradbury o Heinlein, los otros grandes de aquella era. Un dinosaurio al que barrió la New Wave pero de cuya obra aún se mantiene con dignidad un buen número de títulos imprescindibles.
Pero, para mí, Clarke fue uno de los autores que me mostró un nuevo mundo, que me hizo soñar allá en mi infancia con viajes más rápidos que la luz, con la evolución, monolitos y seres inimaginables. Gracias, Clarke, el viaje mereció la pena.

jueves, marzo 13, 2008

Memoria Recuperada: "Tres Corazones y Tres Leones" de Poul Anderson


En la portada una pequeña ilustración corrientita. La traducción, nada del otro mundo, es de Rafael Lassaletta. El libro cuenta con una introducción anodina del editor, Alberto Santos. Siguiendo la tradición de Edaf, aparece cierta publicidad engañosa con la inclusión en la portada de la mención a los premios Hugo y Nebula, que hace referencia al autor pero no al libro como se pudiera pensar inicialmente. Lamentable.
Uno de los grandes clásicos de la fantasía al fin publicado en España, aunque es una pena que lo haya hecho precisamente Edaf, la editorial chapuza por excelencia.
Claro que, al tratarse de un clásico un tanto añejo, estamos ante algunos “pequeños” problemas. La historia es buena, bien contada y efectiva. Anderson es un buen escritor, con un estilo ágil y directo, aunque por culpa de la traducción queda algo gris. Sin embargo, todo el esquema de la obra suena ha sabido, a historia que ya hemos leído. Y es una pena que esto ocurra por que esta fue una de las primeras novelas que recoge dicho esquema y la sensación de hartazgo viene más bien de la lectura de aquellos que la han imitado.
El personaje principal (alto, guapo y bastante WASP, of course) es trasladado desde nuestro universo a otro dominado por la magia y bastante medieval, en el que encarna a las fuerzas del bien contra la oscuridad (¡Tachán!). Quizás las novelas de Moorcock y la trilogía de Thomas Covenant “el incrédulo” (por no hablar de Zelazny y Ámbar) hayan hecho que esta situación sea rutinariamente familiar. Y, sin embargo, Anderson fue el precursor y, además, lo hizo lo bastante bien como para que su libro siga teniendo encanto.

-----------------------------------------------------------------------

Bueno, el gran precursor no fue Poul Anderson si no Mark Twain y “Un Yanki en la corte del rey Arturo”, Anderson fue de los primeros en modernizar la idea y tomársela en serio (no como Twain que hizo una coña marinera durante buena parte de la novela), aunque no dejo de utilizar un suave sentido del humor de lo más eficaz. Junto a Moorcock, Donaldson y Zelazny también podría haber hablado del Heinlein de “Ruta de gloria”o del Kay de “El tapiz de Fionavar”. Sin olvidarnos de Sprague de Camp, el eslabón perdido entre Twain y Anderson.
“Tres corazones y tres leones” se lee con rapidez y se disfruta más con una sonrisa nostálgica en la cara que con auténtica satisfacción. Comparada con sus descendientes es, quizás, demasiado sencilla y carente de ambición. Aunque reconozco, que una novela de sólo 254 páginas se agradece frente a las n-logías que vinieron luego.

martes, marzo 11, 2008

Rudyard Kipling, Autor Fantástico


Me temo que Rudyard Kipling no es un autor muy apreciado en nuestros días. Es cierto que algunos de sus libros se han convertido en clásicos (erróneamente atribuidos a la literatura infantil) que se reeditan sin cesar, caso de “Kim” o “El libro de las tierras vírgenes”, pero teniendo en cuenta que ganó un Premio Nobel y fue el autor “oficial” de Gran Bretaña, hay que reconocer que su figura ha palidecido un tanto.
Frente al prestigio de autores consagrados de su misma época (desde un Henry James a un James Joyce, de una Virginia Woolfe a un D. H. Lawrence), Kipling parece haber quedado relegado a una incomoda nota a pie de página dentro el campo de la literatra de evasión, de aventuras, juvenil, en resumen, de género. Pero, incluso en este campo hay voces que tienden a ningunearlo y señalan al gran Joseph Conrad como un autor mucho más competente, interesante y “literario”.
Tampoco ha debido de ayudarle mucho ese sambenito que se le colgó de “poeta del imperio” y que en estos tiempos de progresía bienintencionada, pero vacua y un tanto ágrafa, no es una buena tarjeta de visita. De nuevo la comparación con Conrad le hace salir malparado, si recordamos que el anglo-polaco fue un feroz crítico del colonialismo (ahí está “El corazón de las tinieblas”). Me imagino que, además, en nuestro país, que alguien como Aznar tuviese enmarcado en su despacho el célebre poema “If” tampoco ha debido de ser la mejor de las propagandas posibles.
Huelga decir que, personalmente, considero a Kipling uno de mis autores fetiche y creo que se comete con él una cierta injusticia fruto de la ignorancia o/y de una lectura poco profunda y apresurada.
Afortunadamente no estoy sólo en el empeño, da gusto saber que alguien como Borges consideraba al anglo-indio como un notable escritor, destacando sus últimos cuentos dignos de un Kafka anglosajón. O Henry James, el exquisito Henry James de “Retrato de una dama” que elogió públicamente a Kipling y prologó algunos de sus libros.
Por supuesto, Kipling no es un autor cómodo y hay que encuadrarlo dentro del espíritu de su época. Su tendencia política natural es el conservadurismo y las críticas a lo podríamos definir como “izquierdismo” son constantes en su obra. Sin embargo, Kipling no es alguien fácil de encajar, canta la gloria del Imperio pero crea también el concepto de “carga del hombre blanco”. Describe la gloria de la India inglesa pero se deja fascinar por los nativos más que por los blancos. Critica despectivamente la acción sindical pero, al mismo tiempo, la mayoría de sus protagonistas pertenecen a la clase trabajadora cuando no son despreciables indígenas.
Incluso la sensación de tener un estilo fácil y lineal (de ahí su adscripción al campo de la literatura juvenil) es engañosa. Nuestro hombre se formó como periodista, de ahí su tendencia a un lenguaje limpio y directo pero, al mismo tiempo, algunos de sus cuentos (en especial los de sus últimos años), como bien dijo Borges, son de una complejidad y sutileza dignas de cualquiera de los escritores de vanguardia de su generación.
Quizás el gran pecado de Kipling es el ser uno de los autores más amenos de la historia. Su capacidad de enganche es impresionante, su habilidad para llevar al lector sin altibajos a lo largo de complejas y divertidas historias no tiene parangón, su capacidad de evocación de paisajes exóticos y caracteres especiales no tiene igual. Frente a la dificultad de tantos autores consagrados, Kipling posee la mirada limpia de un niño y la engañosa facilidad de hacer sencillo lo complejo.
Parte de la explicación a su peculiar forma de ser y actuar viene de su propia biografía afín a la de muchos de sus compatriotas. Nacido en la India, educado en Inglaterra lejos de sus padres, vuelto a la India en su juventud. Kipling siempre se sintió más fascinado por su país de nacimiento que por su país de origen, por la India que por Inglaterra. El conservadurismo y la sensación de superioridad blanca que le fue inculcada por su educación inglesa chocaba con la fascinación y el respeto que sentía por la cultura y la civilización hindú. De ahí que en toda su obra se notase el respeto por lo indígena presentado como antítesis de lo occidental pero a su vez complementario.
En cualquier caso, Kipling es un autor que me fascina y con el que disfruto enormemente pero que tampoco ha gozado de mucha suerte dentro del mundo editorial español. Si tenemos en cuento que lo mejor de su obra son los relatos hay que reconocer que pocos de estos se ha publicado en nuestro idioma y menos aún están disponibles en la actualidad. Mejor suerte han corrido sus novelas aunque no es menos cierto que en ellas se encuentran su peores páginas, especialmente cuando se dejaba llevar por la tónica de la época e intentaba escribir de una forma realista y centrada en Occidente.
Y aquí es donde está otra de las claves de este escritor, su condición de autor de literatura fantástica, algo que casi siempre se obvia. Kipling tocó muchas teclas a lo largo de su carrera pero siempre se dejó fascinar por el género fantástico y jugó lasd cartas que al respecto le brindó su época.
“Los cuentos de así fue como” son un perfecto ejemplo (estás vez sí) de literatura infantil fantástica. “El libro de las tierras vírgenes” es un perfecto ejemplo del sub-género de “animales parlantes”, aunque hay otros muchos relatos y narraciones que utilizan este recurso. De hecho Kipling lo llevó más allá y creo un sub-género nuevo: el de los objetos parlantes, y así en sus relatos aparecen locomotoras y barcos en animada conversación. Pero también fue autor de historias de “mundos perdidos” (“El hombre que pudo reinar”), de ensoñaciones féericas (“Pook el de la colina Puck”) e incluso de ciencia ficción (“Con el correo nocturno”).
Con todo, el género fantástico que más tocó fue el terror, donde alcanzó una maestría impecable. Es cierto que escribió cuentos “clásicos” de fantasmas, como “Ellos”, dignos de un M. R. James pero su principal contribución fue la creación de cuentos de miedo indios, donde el terror se centra en los misterios de oriente. Muchos de ellos aparecen recopìlados en la estupenda antología de Valdemar “La marca de la bestia”, pero otros muchos han quedado fuera de esta selección y hay que rastrearlos por sus muchas colecciones de relatos, donde siempre aparece el horror como uno de los grandes interese del autor. Aunque, probablemente, sea “El hándicap de la vida” (Siruela) su antología más india, con diferencia.
Con el tiempo, Kipling empezó a escribir historias más novedosas y crípticas y consiguió algunas piezas impecables y tremendamente originales, donde se mezclaban ambos mundos, el inglés y el indio, (“Una guerra de sahibs”, “La litera fantástica”) o se deslindaban nuevos caminos temáticos (“Arroyo amigo”).
Por supuesto, Kipling también tuvo una faceta de autor realista, aunque como ya dije, aquí es más fácil ver sus errores y fallos. “La luz que se apaga” fue su mayor intento por escribir al estilo realista de sus contemporáneos y, bajo mi punto de vista, su peor libro. A “El collar sagrado” le pasa lo mismo, las escenas ambientadas en Occidente aburren pero en la parte centrada en el Punjab consigue algunas de sus mejores páginas. “Kim” es, probablemente, su mejor novela, rozando lo fantástico en las partes protagonizadas por el monje tibetano que busca el místico “río de la vida”. “Stalky & Co.” Es la más perfecta historia de internados inglesas nunca escrita (y que me hizo maldecir toda mi adolescencia por tener que estudiar en uno de nuestros institutos públicos) y “Capitanes intrépidos”, ambientada entre los marineros de Nueva Inglaterra, la más notable excepción a la regla de que Kipling flaquea al escribir sobre Occidente: es una obra vibrante, llena de fuerza e intensidad y tremendamente evocador.
Kipling puede que esté olvidado, y hasta pasado de moda, si tenemos que hacer caso del pensamiento dominante actual, pero eso sólo es un ejemplo más de cuan fructífero es no hacer caso de dogmas y ordenes; y dejarse llevar por al aroma embriagador de la aventura, de la India y del escalofrío que recorre tu espalda cuando te enfrentas a lo incomprensible.

domingo, marzo 09, 2008

Memoria Recuperada: "Las Puertas del Cielo" de Robert Silverberg


Traducción normalita de Eduardo G. Murillo. La portada está casi colapsada por los títulos y comentarios y sólo cuenta con una pequeña ilustración bastante sosita.
Por varias razones, un libro curioso y extraño. En primer lugar, no ha sido publicado en una colección de ciencia ficción si no en una de best seller y cosas parecidas. Cuando esto ocurre nos solemos encontrar ante una ciencia ficción un tanto descafeinada (más bien tipo futuro cercano). Pero eso no es lo que ocurre con esta novela que es ciencia ficción clásica pura y dura. Y lo curioso es que Grijalbo podría haber desviado el título a otras editoriales filiales con colecciones de ciencia ficción. En fin, misterios de la edición.
Pero estamos ante un libro atípico por otras razones. Publicado originalmente en 1967, y, nada más y nada menos, que con temática religiosa, algo poco habitual en aquellos años. Es en libros como este donde podemos detectar el momento en que Silverberg pegó el salto, de ser uno más entre los escritores de space opera serie B a convertirse, junto con gente como Harlan Ellison, en el abanderado de la muy necesaria New Wave. “Regreso a Belzagor”, “Tiempo de cambios”, “El mundo interior”, son sin duda sus obras maestras (se podrían citar otros muchos títulos) y las que le lanzaron a la fama pero antes que ellos (y a veces entre ellos) existieron otros libros con los que Silverberg aprendió a estirar los músculos y que le permitieron experimentar en varias direcciones. Este libro es un buen ejemplo de estas pruebas, agradable de leer, no es desde luego una gran novela pero muestra una temática (la religiosa) que más adelante Silverberg uso con maestría (por ejemplo, en “La Torre de cristal”). Desde luego, resulta sorprendente que intente presentar como “bueno” un futuro basado en una teocracia, y es en este detalle donde la novela chirría de mala manera (es como si al autor tampoco acabase de gustarle la idea). Pero, con todo, tiene pasajes deliciosos y ya aparecen otras obsesiones que luego Silverberg trataría más adecuadamente (poderes psi, la soledad del individuo, el racismo, los cambios bruscos ante un futuro extraño).

----------------------------------------------------------------------------

Tengo pocos recuerdos de “Las puertas del cielo”, lo que me reafirma en mi teoría de que estamos ante un Silverberg menor. Sin embargo, animo a su lectura si alguien lo tiene a mano. Puede que no sea nada del otro mundo pero, en estos años, Silverberg parió algunas de las mejores novelas que la ciencia ficción ha dado. Y algo de esa magia, aunque pálidamente, se halla también en estas páginas.

sábado, marzo 08, 2008

Otro Slipstream

El escritor argentino César Aira acaba de publicar a sus sesenta años "Las aventuras de Barbaverde", un volumen con cuatro relatos ambientado en el mundo del cómic y con claras conexiones con la ciencia ficción. Lo he leído hace un par de días en "El Mundo". Confieso que es la primera vez que oigo hablar de este autor, pero si lo traigo aquí es por aquello de que su obra tiene una temática que puede atraer a alguno de los lectores de este blog.
Uno de los fenómenos más interesantes y frustrantes de los últimos años es el número creciente de autores mainstream que se acercan al fantástico menos acdémico y, en especial, a la ciencia ficción. Ya se sabe, ese tipo de literatura que se ha dado en llamar slipstream, aunque reconozco que el concepto no me entusiasma.
Interesante por que muchos de ellos han conseguido obras impactantes y de alta calidad (Ishiguro, McCarthy, por citar sólo dos nombres). Y frustrante por que al no publicar en las editoriales de género se corre el riesgo de no llegar nunca a enterarse de su existencia dado el maremagnum de publicaciones que asolan las librerías. Como bien decía alguien esta mañana en la radio, llegas a la sección de novedades de una librería y te dan ganas de salir corriendo a meterte debajo de la cama, abrumado por la cantidad de libros expuestos.
En cualquier caso ahí dejo la referencia, si alguien se anima que escriba algo sobre este libro y su autor. Reconozco una cierta prevención por que en las declaraciones que acompañaban a la noticia, Aira acusaba a la ciencia ficción de excesiva solemnidad y apuntaba que su libro era un soplo de aire fresco en el género. En fin, lo de siempre, que Bioy Casares y H. G. Wells sean los dos únicos autores de ciencia fición citados (y Borges, como no) indica un poco por donde van los tiros. Puede que estemos ante otro que va a descubrir la pólvora. Bueno, espero que este a la altura de los muy solemnes Fredric Brown, Robert Sheckley, Henry Kuttner o William Tenn.

lunes, marzo 03, 2008

Memoria Recuperada: "Casa Inteligente" de Kate Wilhelm


La traducción, sólo aceptable, es de Rafael Lassaleta. La portada cuenta con una ilustración un tanto idiota (y, además, engañosa). En general toda la publicación rezuma el aire Edaf, que a mí en concreto me gusta bien poco, ya se sabe: traducción regular (muchas palabrejas informáticas sin traducir cuando era posible hacerlo), un cierto aspecto pasado de moda, y ganas de tomarle el pelo al público. Primero, por que el libro no es de ciencia ficción, o, más bien, hay muy poca ciencia ficción en él, estamos, claramente, ante una novela policiaca. Segundo, por que en la portada aparecen un gran número de críticas favorables pero que pertenecen a otro libro de Wilhelm. Y, por último, por que, de nuevo en la portada, nos encontramos con las mágicas palabras Premio Hugo y Nebula, como si el libro hubiera ganado dichos galardones cuando, realmente, hacen referencia a la autora. En fin, bastante vergonzoso.
Wilhelm es una magnífica escritora, pero como todo autor profesional tiene libros de tipo alimenticio como este. Eso en sí no es malo, lo que ya no es de recibo es que habiendo sólo un libro suyo (y descatalogado) publicado en español (“Donde solían cantar los dulces pájaros”, premios Hugo y Nebula), cuando alguien decide publicar una obra suya tenga que ser Edaf y tenga que ser “esto” ¿Para cuándo “Juniper Time”?
Además, “Casa Inteligente” parece pertenecer a una serie policiaca (a lo largo del libro aparecen referencias a otros casos) y da la sensación de que si se ha publicado este título y no el que inicia la serie es por que Wilhelm es conocida en España como escritora de ciencia ficción y, seguramente, este es el único volumen de la saga con algo que se podría denominar ciencia ficción.
Pero que “algo” tan pobre, una casa informatizada y punto. Y, desde luego, nadie se plantea que sea “la asesina” (como sugiere la sinopsis).

--------------------------------------------------------------------------------

No me gusta mucho la novela policiaca, y menos al estilo Agatha Christie, donde la única gracia es descubrir quien es el culpable. Probablemente por eso no me gustó “Casa Inteligente”. Por eso y por la tremenda desilusión que me llevé pensando que estaba ante una auténtica novela de ciencia ficción de una autora más que interesante, y me encontré con otra cosa. Desde luego, peste de algunos editores. Y, como no, “Juniper Time” sigue durmiendo el sueño de los justos, a la vez que “Donde solían cantar los dulces pájaros” continúa descatalogado.

domingo, marzo 02, 2008

La Envidia es el Pecado Nacional

¿Le debemos algo al fenómeno Harry Potter?

El que los chavales ahora lean libros de 500 páginas y antes no. Nada más. A mí, como fenómeno, no me gusta. Yo he leído dos o tres de la saga. Son amenos, demasiado ingleses, pero están bien. Y ya está. Es como mis libros. Yo no pretendo ser García Márquez. No sé si los chicos de la generación lectora que llega con J. K. Rowling serán magos o no. Pero al menos leen.

Publicado hoy mismo en el dominical de ABC como parte de una entrevista a Jordi Sierra i Fabra.

¿Un poquito de envidia señor Sierra i Fabra? Y eso que usted no se puede quejar, 270 libros publicados, cinco millones de ejemplares vendidos. El segundo autor en español más prolífico (después de Corín Tellado). Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2007. Pero, a pesar de todo eso, que no es poco, nada tan divertido como meterle el dedo en el ojo a una colega que, curiosamente, vende más que usted, es más famosa que usted y ¿escribe mejor que usted?