domingo, marzo 09, 2008

Memoria Recuperada: "Las Puertas del Cielo" de Robert Silverberg


Traducción normalita de Eduardo G. Murillo. La portada está casi colapsada por los títulos y comentarios y sólo cuenta con una pequeña ilustración bastante sosita.
Por varias razones, un libro curioso y extraño. En primer lugar, no ha sido publicado en una colección de ciencia ficción si no en una de best seller y cosas parecidas. Cuando esto ocurre nos solemos encontrar ante una ciencia ficción un tanto descafeinada (más bien tipo futuro cercano). Pero eso no es lo que ocurre con esta novela que es ciencia ficción clásica pura y dura. Y lo curioso es que Grijalbo podría haber desviado el título a otras editoriales filiales con colecciones de ciencia ficción. En fin, misterios de la edición.
Pero estamos ante un libro atípico por otras razones. Publicado originalmente en 1967, y, nada más y nada menos, que con temática religiosa, algo poco habitual en aquellos años. Es en libros como este donde podemos detectar el momento en que Silverberg pegó el salto, de ser uno más entre los escritores de space opera serie B a convertirse, junto con gente como Harlan Ellison, en el abanderado de la muy necesaria New Wave. “Regreso a Belzagor”, “Tiempo de cambios”, “El mundo interior”, son sin duda sus obras maestras (se podrían citar otros muchos títulos) y las que le lanzaron a la fama pero antes que ellos (y a veces entre ellos) existieron otros libros con los que Silverberg aprendió a estirar los músculos y que le permitieron experimentar en varias direcciones. Este libro es un buen ejemplo de estas pruebas, agradable de leer, no es desde luego una gran novela pero muestra una temática (la religiosa) que más adelante Silverberg uso con maestría (por ejemplo, en “La Torre de cristal”). Desde luego, resulta sorprendente que intente presentar como “bueno” un futuro basado en una teocracia, y es en este detalle donde la novela chirría de mala manera (es como si al autor tampoco acabase de gustarle la idea). Pero, con todo, tiene pasajes deliciosos y ya aparecen otras obsesiones que luego Silverberg trataría más adecuadamente (poderes psi, la soledad del individuo, el racismo, los cambios bruscos ante un futuro extraño).

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Tengo pocos recuerdos de “Las puertas del cielo”, lo que me reafirma en mi teoría de que estamos ante un Silverberg menor. Sin embargo, animo a su lectura si alguien lo tiene a mano. Puede que no sea nada del otro mundo pero, en estos años, Silverberg parió algunas de las mejores novelas que la ciencia ficción ha dado. Y algo de esa magia, aunque pálidamente, se halla también en estas páginas.