miércoles, diciembre 19, 2007

Memoria Recuperada: "El Unicornio Negro" de Tanith Lee


Traducción correcta de Roser Berdaguer. Portada con un dibujo preciosos y muy acertado, al estar relacionado con la historia del libro. Ilustraciones interiores (pocas y no muy buenas) de Heather Cooper. Un librito de fantasía breve y bastante curioso. Fantasía pura y dura donde manda la magia por encima de todo. Parece como si la obra estuviera dirigida a adolescentes (tratándose de Timun Mas resulta creíble) pero escrita en una clave extraña. Es una novela típica de iniciación que retrata a personajes atormentados y solitarios (y a veces egoístas) que viven en un mundo duro y poco agradable. Aunque existen momentos de humor y está bien escrito perdura una sensación de tristeza, incomprensión e inutilidad. El mundo es un asco y poco se puede hacer para remediarlo. Y es que los puntos negativos son abundantes, los padres de Tanaquil y Lizra son indiferentes y hasta crueles hacia sus hijos (¿una metáfora sobre el actual abandono de los padres hacia sus hijos?), el unicornio es un ser extraño e incomprensible que inspira temor, el castillo de Tanaquil es un desastre de incompetencia, y la ciudad de Lizra un cúmulo de desigualdades e injusticias. Aparte de los protagonistas, no hay personajes agradables, y la sociedad descrita es machista, supersticiosa, injusta y aprovechada. La amistad es casi imposible, Lizra y Tanaquil se acaban separando como extraños, y sólo el gruñón parece guardar lealtad a su dueña. Y el punto final, la visita de Tanaquil al mundo del unicornio, es de una desolación pavorosa. Sin duda una obra menor pero de una tristeza insospechada a pesar de los intentos de las últimas páginas.

-------------------------------------------------------------------------------

Sé que Tanith Lee es una de las “reinas” de la fantasía pero no consigo recordar nada de este libro. El tiempo o el Alzheimer, que duda cabe. En cualquier caso, creo que, como dije hace tantos años, esta es una obra menor, rara, pero sin mucha importancia.

domingo, diciembre 16, 2007

Libros en el Cole

¡Qué contradición! Cada vez se lee menos y, sin embargo, los jóvenes españoles son el sector de edad que más lo hace. El porque de semejante lio es sencillo: la mayoría de los chavales no leen por gusto (que también, pero pocos) si no obligados por los diferentes planes de lectura de colegios e institutos. En muchos casos, si no se lee el libro correspondiente suspenso seguro. Y así andan las criaturitas, merodeando por El Rincón del Vago, pillando resúmenes de los que pululan por esos mundos y, a veces, leyendo.
No sé si este es un buen sistema o no para promover la lectura entre la juventud. A veces se acierta y a veces se falla. Parte del problema viene de los autores de literatura juvenil. Un colectivo poco conocido pero donde se encuentran algunos de los escritores mejor pagados de nuestro país, por ejemplo, un Jordi Sierra i Fabrá. Decía César Mallorquí hace unos días en su estupendo blog que como autor juvenil planteaba los libros pensando más en padres y, especialmente, profesores que en los adolescentes que se los iban a leer. La razón era sencilla, esos colectivos son los que deciden que van a leer los chavales y no estos últimos que por ellos mismos poco acuden a las librerías.
Y, claro, ahí es donde reside el desastre, adultos pensando que es bueno que lean los jóvenes. Catástrofe segura. La cantidad de libros cutres y mugrientos que aparecen en esas colecciones juveniles de público cautivo son impresionanates. Pocos autores consiguen un mínimo de calidad en el estilo y parece primar el tema truculento sobre la adolescencia (drogas, anorexia, internet como amenaza) que otra cosa.
Y es una pena por que, sin ir más lejos, desde el fantástico fandomita han salido un buen puñado de autores que tocan la literatura juvenil con un buen hacer pero que, no siempre, son de los más solicitados por maestros y demás ralea (si es que somos la leche). Negrete, Mallorquí, Boix y, en menor medida, Rafa Marín han jugado en esta división.
Por desgracia, nunca he visto a ninguna de sus obras entre mis alumnos, hasta hace un par de días, cuando uno de mis alumnos marroquís de doce años paseó delante de mis narices "El almacén de las palabras terribles" de Elia Barceló. Seguro que se lo pasará pipa (o no, vete a saber) pero por lo menos tengo la seguridad de que esta en buenas manos.

lunes, diciembre 03, 2007

Memoria Recuperada: "El Ejecutivo" de Thomas M. Disch


Edición barata de bolsillo pésimamente presentada, portada chillona y horrible con un dibujo delirante y ¡en relieve! La sinopsis de la contraportada es engañosa y falsa al presentar el libro como una novela de terror (miedo, lo que se dice miedo, poco da). La traducción, buena, es de María José Rodellar.
Librito delirante donde los haya, no queda claro si Disch hace fantasía, terror o nos quiere tomar el pelo, pero, la verdad, el resultado final es bastante interesante, un tanto elitista y excéntrico pero bastante bueno.
Lo malo de Disco es que va de escritor literario y eso le hace utilizar un estilo un tanto rebuscado y pedante, rayando a veces con lo cargante, o si no recordar como para explicar la existencia de fantasmas recurre a las matemáticas. Pero, sin embargo, cuando quiere, escribe estupendamente, y es único a la hora de diseñar y presentar personajes extraños pero entrañables.
El libro puede tomarse como un ameno entretenimiento, los fantasmas que aparecen en él son inverosímiles y sus técnicas para asustar al prójimo bastante torpes, todos los personajes (vivos y muertos) tienen un aire de andar un poco despistados y no saber muy bien por donde van los tiros. Los “malos” son de coña (casi me caen mejor que los “buenos”), y la figura del poeta suicida es lo mejor del libro. Curiosamente, el inicio es bastante tranquilo y hasta que no aparece el monstruoso hijo de los Glandier no empiezan las muertes (claro que luego vienen en cascada). El estilo frío y distanciado de Disch hace que las carnicerías finales no nos molesten demasiado, sobre todo si al poco vemos a las almas de los fallecidos paseando por el paraiso. Y, por cierto, vaya paraíso, es el colmo de lo extravagante. Al final, felicidad para todos (menos para los “malos”, claro) aunque esto también es lógico: sí ya están muertos casi todos ¿Qué cosa peor puede ocurrirles?

------------------------------------------------------------------------------

El problema de Disch como autor es que muy a menudo su tremendo talento no corresponde con los temas que aborda. “El Ejecutivo” es un buen libro pero, en el fondo, un tanto intrascendente. Frente a la grandeza y complejidad moral de sus mejores libros de ciencia ficción (“En alas de la canción”, “334”, “Campo de concentración”) esta novela de fantasía oscura no deja de ser una pequeña frivolidad. Divertida y muy bien escrita pero, en el fondo, con poca chicha. Además, en ocasiones peca de afán por epatar a sus lectores con un estilo demasiado recargado y complejo para el tema que está tratando. A pesar de todo, “El Ejecutivo” no deja de ser un libro perfectamente disfrutable para cualquier fan de Disch y algunas de sus delirantes escenas, o sus extraños personajes, se quedan grabadas en la memoria para toda la vida.

domingo, diciembre 02, 2007

"Los Niños del Agua" de Charles Kingsley


Charles Kingsley es un autor relativamente desconocido para le lector español a pesar de que en su país está considerado como uno de los grandes escritores de literatura infantil del XIX, a la altura de Lewis Carroll o George McDonald. “Los niños del agua” es su novela más famosa y, me atrevería a decir, estamos ante una de las mejores obras de fantasía que se escribieron en el XIX.
Kingsley no deja de resultar alguien tremendamente británico, casi hasta la caricatura, y, por tanto, con una serie de rasgos extravagantes que chocarán al lector hispano. En principio fue uno de los líderes del socialismo cristiano, una idea en sí tan contradictoria y absurda que sólo en Inglaterra podía llegar a convertirse en un movimiento de masas. Por otro lado tenía una auténtica obsesión con la higiene personal como forma de paliar la mortalidad entre la clase obrera. Además se le nota una gran fascinación por el estudio de la naturaleza y la teoría de la evolución, sin olvidar que también sufre algunos de los prejuicios que todo buen inglés padecía en la época victoriana (moralidad un tanto pacata, racismo anti-irlandés).
Podría parecer que con todos estos mimbres sería imposible crear una novela mínimamente lógica o interesante. Nada más lejos de la realidad, “Los niños del agua” (1863), resulta un libro atractivo, bien construido y muy divertido. Quizá sea esta última parte el quid de la cuestión. Kingsley posee un refrescante sentido del humor y un cierto gusto por los juegos de palabras hilarantes y absurdos cercanos al surrealismo (este rasgo le acerca a Carroll). Además, lanza dardos muy certeros contra algunas de las contradicciones más flagrantes del modo de educar a los niños en la Inglaterra del XIX, críticas que, lejos de resultar obsoletas, en muchos casos siguen plenamente vigentes.
Con todo, el apartado en el que Kingsley logra sus mejores páginas llega a la hora de describir los ríos y costas de su país. Se nota en estas líneas el profundo conocimiento que poseía el autor de los ecosistemas fluvial y marino, pero, también, el gran amor que sentía hacia la naturaleza, pintada de una forma evocadora y sugerente, con una fuerza tremenda que hace que más de un lector sienta ganas de correr hasta el arroyo más cercano en busca de truchas, salmones, libélulas, moscas de agua y demás fauna perfectamente descrita por Kingsley.
El libro presenta tres partes perfectamente diferenciadas. La primera es una suave pero ajustada crítica contra el trabajo infantil y las condiciones de vida de la clase obrera. Recuerda a un Dickens bien intencionado, gracias, entre otras cosas, a la presencia del niño protagonista, Tom el deshollinador, cercano a un Oliver Twist o un David Copperfield.
La segunda parte narra la mutación de Tom en un niño de agua y, como ya he indicado, es la mejor del libro con esas vividas y fascinantes descripciones de los arroyos y costas de Gran Bretaña.
La última parte recoge el viaje que emprende Tom para hacerse un hombre y resultar digno a los ojos de sus hadas protectoras. Esta es la parte más compleja y difícil, llena de simbolismos y filosofías que no encuentro muy al alcance de las mentes infantiles pero que, por otra parte, eran típicas de esta época y son muy parecidas a elucubraciones similares debidas a, por ejemplo, todo un George McDonald.
En cualquier caso, “Los niños del agua” representa una gran lectura original y sorprendente. Algunos de sus aspectos pueden resultar molestos para el lector actual, esa burla continua hacia los irlandeses; la moralina final, compendio de todo el libro, en la que se hace un encendido elogio del trabajo duro y una dura crítica del ocio; o la sensación que se tiene de que la clase trabajadora es culpable de sus propios males mientras que la élite dirigente está formada por bondadosos señores que poco pueden hacer frente a los malos modales de la chusma (sólo hay que ver como se presenta a Grimes, el deshollinador jefe de Tom, y a Sir John Harthover, el señor rural de la comarca).
Son estos males inherentes a una época y a una ideología muy precisa pero que, una vez asumidos, en ningún momento empañan el buen hacer y la alegría natural que llenan las páginas de este libro.
Por último, no puedo menos que felicitar al traductor, Bernat Pujadas, que resuelve de forma brillante la muy complicada labor a la que se enfrentaba con este libro, nada fácil de trasladar al español por la cantidad de vocabulario específico de biología que presenta y por los enrevesados juegos de palabras con los que Kingsley satura el texto. Un trabajo muy bien hecho.

sábado, diciembre 01, 2007

Memoria Recuperada: "El Trillium Negro" de Marion Zimmer Bradley, Julian May, y Andre Norton


Traducción aceptable de Mirta Rosemberg, portada horrible de tipo necrofílico, un patinazo extraño en Ediciones B. El libro es rarito, tres escritoras diferentes, aunque muy prestigiosas, se juntan para escribir una novela siguiendo la idea propuesta por un editor alemán (¿?), de culebrón, vamos. Y el propio Barceló desconfía del libro y reconoce que los resultados tampoco son para tanto. Y por una vez estoy de acuerdo con él, en primer lugar ¿Quién dice que Norton, May y Bradley son las mejores escritoras de fantasía? Pase lo de Norton (no he leído nada suyo pero todo el mundo le lanza flores) pero ¿Bradley y May?, normalitas y gracias (tiene su encanto pero sin exagerar). Otra cosa es que venden como rosquillas pero no confundamos calidad con cantidad.
Y en cuanto a la novela en sí, demasiado típica, se la ve venir desde lejos, y aunque no está mal escrita y se lee de un tirón, todo el argumento y los personajes son demasiado previsibles y ya vistos. Lo que mejor queda es la ambientación, ese extraño mundo pantanoso con sus personajes “raros” está realmente conseguido. Lo peor es el tratamiento de la magia, vale que estamos ante ciencia ficción fantástica (una tontería de sub-género), pero aclarémonos, o magia de verdad o ciencia de verdad no alegre mezcla. En fin, agradable y amena pero no perdurará su recuerdo a pesar de los bonitos detalles feministas y antimilitaristas que, como no, se veían venir.

--------------------------------------------------------------------------

Y, efectivamente, su recuerdo no ha perdurado. Poco más puedo decir de “El Trillium Negro”, una novela anodina que casi se me ha borrado de la mente. Poco más he leído de estas autoras, y aunque creo que soy injusto con Norton, que según algunos críticos tiene cosas defendible, no creo que me este perdiendo mucho con los casos de Bradley y May (aunque me imagino que algún día les daré otra oportunidad).
En cualquier caso, soy un lector compulsivo tanto de ciencia ficción como de fantasía épica pero, me temo, en este último género es mucho más difícil encontrar obras de calidad que entre los cultivadores de la anticipación. La sombra de Tolkien es alargada, que duda cabe, y jamás pondré en duda la calidad de autores como Martin, Sapkowski o Leiber por hablar sólo de unos pocos nombres, pero el gran problema de la fantasía respecto a la cf es la originalidad. La cf es un campo mucho más amplio y con un mayor acervo de historias, temas, etc que la fantasía, donde en manos de un autor mediocre la rutina es lo habitual. Me temo que esa es la razón por la cual por cada novela buena y original de fantasía épica cualquiera puede citar una docena de títulos de igual calidad de ciencia ficción.