jueves, abril 26, 2007

Ómicron

Cuando una editorial inicia su andadura en el proceloso mar de la literatura de género fantástico en nuestro país hay que andarse con pies de plomo. No sé muy bien que tendrá este mercado pero hay que reconocer que lo carga el diablo, la lista de editoriales y colecciones fenecidas es más larga que el historial delictivo de un skin head y, en ocasiones, se produce una extinción masiva que ríete de la de los dinosaurios.
Y las cosas pintan chungas cuando, además, a día de hoy nos topamos con un mercado pelín sobredimensionado y con una serie de colecciones que, cada cual a su modo, se han buscado un hueco bajo el sol. Hacer mella en este hueso no es nada fácil, el darwinismo más duro impera y hay que tener mil ojos para no caerse con todo el equipo. Y, ante este panorama, ha hecho aparición Ómicron, la más joven de nuestras colecciones y, todo hay que decirlo, las cosas no le han ido muy bien.
Hay que reconocer que sus intenciones han sido encomiables, por ejemplo, en un mundillo donde aún campan demasiados aficionados, la presentación de sus libros es impecable, indistinguibles de un producto de calidad e, incluso, con detalles de buen gusto.
Eso si, cometen un primer fallo con el precio, los libros son un poco más caros que los de sus competidores y muchos de ellos sobrepasan la frontera de los 20 euros o cuestan demasiado para lo delgaditos que son (caso de las obras de Haldeman y Willis, poco más que novelas cortas).
Con todo, el buen aficionado podría haberles perdonado todo esto si hubiese encontrado en su colección libros atractivos a los que hincar el diente y, me temo, en este sentido los jefes de Ómicron no han estado muy espabilados.
Empezaron con dos títulos de postín, sendas obras de Willis y Haldeman (“Infiltrado” y “Camuflaje”), dos autores muy queridos en España y, además, con premios gordos en su haber. En fin, un valor seguro. Pues nasti de plasti. A decir de los que las han leído son de los más flojo y peor de ambos autores y, como ya he mencionado, a un precio abusivo para el número de hojas que contiene cada volumen.
Pero, los siguientes pasos tampoco es que hayan sido muy brillantes, ahora han empezado con libros tochos de verdad (algunos muy tochos) pero también discutibles. “Starpelx” de Sawyer puede que sea otra obra segura, una space opera (a los fans les mola) de un autor consolidado, otra cosa es que Sawyer sea famoso por ser uno de los tipos más endebles que ha dado el género en los últimos años (y que encima imita descaradamente en el libro el universo trekkie, lo que no sé si es bueno o malo pero que no me suena bien).
Para rematar la faena aparece después “Operación Proteo” de James P. Hogan un autor desconocido, cuyo único libro previo publicado en España (“Herederos de las estrellas”) pasó sin pena ni gloria. Y el libro es un monstruo de más de 500 páginas y 23 eurazos que, siendo piadosos, podemos de calificar de best seller veraniego. En fin, un inicio bastante malo y que puede que ponga en peligro todo el proyecto.
Menos mal que parece que han reaccionado, los siguientes títulos en salir son mucho más apetecibles y parecen demostrar que la editorial ha enderezado el rumbo. “El hacker y las hormigas. Versión 2.0” de Rudy Rucker es uno de esos títulos míticos que se llevaba tiempo esperando. “La parábola del sembrador” de Octavia Butler también pinta de maravilla, tiene muy buenas críticas y es la obra maestra de una autora que dejó un buen sabor de boca con su trilogía de “Xenogenesis”. También promete el libro de un inédito en nuestro país, “Una princesa de Roumania” de Paul Park, personalmente me hubiese gustado más la traducción de sus “Coelestis” que despierta mi curiosidad desde hace tiempo, pero vamos a darle el beneficio de la duda. Y parece que aparecerá lo último de un autor que tampoco a funcionado del todo mal (aunque las críticas están divididas): “Spin” de Robert C. Wilson.
En fin, que parece que Ómicron levanta cabeza después de un principio un tanto dudoso. Esperemos que estos primeros títulos de difícil éxito no les echen para atrás, a fin de cuentas La Factoría de Ideas (aquellos Sawyer del principio) o Biliopolis (¿Quién se acuerda de “Los ladrones de cuerpos” y aquellas cosas raras de Watson y Roberts?) también tuvieron inicios cuestionables y ahí están. Y, ya se sabe, cuantas más colecciones mejor, más donde elegir, y eso es lo que más le gusta a todo buen friki.