miércoles, noviembre 15, 2006

"La Historia de la Hermosa Ondina" de Eduard Mörike


Cuando un estilo artístico pierde su fuerza inicial puede que, en algún momento, de forma aislada, algún autor sea capaz de revivirlo con el mismo brío e ímpetu que antaño pero, en general, las obras postreras sólo serán una pálida y poco agraciada sombra de los logros del inicio.
Eduard Mörike y su “Historia de la Hermosa Ondina” es un ejemplo perfecto. De Mörike hay poquísimo editado en español. Este librito y su “Viaje de Mozart a Praga” (que algunos consideran la mejor novela corta de la literatura alemana), el resto es territorio desconocido para los hispanoleyentes.
Mörike fue un romántico de primera fila, de la escuela suaba (la misma que Hauff) y un poco posterior a Hoffmann (apenas 10 años). Su única mala suerte fue el tener una vida longeva, si hubiera muerto o dejado de escribir en los años 30, como tantos otros, su nombre, probablemente, sería más recordado. Es difícil hacer una apreciación de su obra, más que nada por la falta de obra traducida, pero me parece significativo que este cuento se escribiese en 1853, cuando el romanticismo se había convertido en Biedermeier, o sea, había sido domesticado por la burguesía triunfante.
Frente a la perfección y fascinación del Barón de la Motte Fouque ante el mismo tema, el acercamiento de Mörike causa un cierto sonrojo. Y no es que la historia de esta ondina no tuviese su atractivo. Una ondina tan triste que sólo daba a luz hijos muertos, de ahí que su marido la destierre a una lejana laguna y sólo le conceda la reconciliación el día que haya reído cinco veces. Por supuesto, la ondina lo consigue, especialmente gracias al contacto con una familia humana cuyas costumbres, tan alejadas de lo féerico, le producen una gran hilaridad.
Donde Fouque lograba misterio y reverencia, maldición ominosa y ambiente sobrecogedor, Mörike únicamente consigue un costumbrismo tan aburrido como simplón y más cercano al humorismo que a la alta fantasía. Fouque buscaba admirarnos con misterios preternaturales, Mörike tan sólo divertirnos. En fin, 40 años son suficiente justificación como para mostrar de que manera el fresco y pujante romanticismo fantástico alemán se ha fosilizado hasta convertirse en caricatura de si mismo.
Por supuesto, aún habrá algún escritor capaz de remedar con acierto lo conseguido por los viejos maestros. Ahí está Theodor Storm y su “El Caballero del Corcel Blanco” pero es la excepción más que la regla, la fantasía necesita nuevos derroteros por donde seguir su camino.
Probablemente estoy siendo injusto con Mörike, un autor que en Alemania posee gran renombre pero no es menos cierto que la política editorial española no ayuda a conocerle mejor. Por ejemplo, esta libro es sólo el fragmento de una obra mayor y más compleja (“Das Stuttgarter Hutzelmännlein”) donde aparecen otras historias relacionadas con las desventuras de la hermosa ondina pero la miel se nos queda en los labios y lo mismo ocurre con su rica producción de relatos. Con lo sencillo que hubiera sido hacer una antología de cuentos o publicar la obra original, pues nada, los de Mondadori prefirieron sacar un ridículo librito de menos de 100 páginas de las que más de 30 se van en notas, bibliografía e introducción. Un despropósito y una tontería, el libro cuenta con las ilustraciones originales de Moritz von Schwind y en ningún lugar se menciona. En fin, que, en algunas cosas la chapuza nacional continúa.