jueves, noviembre 24, 2005

La Muñeca de Jean Galli de Bibbiéna


Bibbiéna es uno de esos ilustres desconocidos que en vida gozaron de fama pero que al lector de hoy le resultan totalmente desconocidos. “La muñeca” (publicada en 1747) fue su libro más famoso y gozó de la distinción de ser re-editado en español en 1992 por la editorial Grijalbo en su colección La Cabeza de Medusa, un intento fallido de emular el éxito de Siruela (por cierto, una magnífica edición con un estudio y una traducción más que decentes, obra ambos de Mª Teresa Ramos Gómez).
Realmente, no creo que gracias a esta novelita (100 páginas escasas), el francés sea rescatado del limbo de los ilustres olvidados. El libro, con razón, pasó sin pena ni gloria y hasta hoy. La historia que narra es sencilla a la par que artificiosa, muy diciochesca. Un joven se ha hecho sacerdote únicamente para poder seducir mujeres, su estilo al respecto (una mezcla entre metrosexual y latin-lover) es tan penoso que no consigue ningún éxito. Hasta que conoce a una sílfide que le instruye en el correcto arte de la seducción.
La novela se puede inscribir claramente en el género fantástico, la sílfide es un ser féerico que se aparece en forma de muñeca y que crece en tamaño a medida que su pupilo va adquiriendo conocimientos amatorios. Su objetivo es lograr un alma inmortal y puede metamorfosearse en cualquier ser y otorgar el don de la invisibilidad.
Pero también en el de la novela erótica. La culminación de todo el proceso consiste en que la sílfide y el joven se acaben uniendo en un acto sexual. En cierta forma, el libro no deja de ser una irónica carga de profundidad contra la religión católica: a la salvación por el sexo.
Por supuesto, lo que en su momento fue un escándalo hoy en día es casi apto para todos lo públicos y el libro no deja de ser un tedioso manual sobre modales cortesanos para jovencitos. En este aspecto, su máximo interés reside en el clarísimo mensaje feminista que transmite: la única forma de conseguir los favores sexuales de una dama consiste en someterse totalmente a su voluntad, lo que no dejaba de ser una fuerte crítica (explícita en varios pasajes de la novela) al comportamiento abusivo de la mayoría de los hombres de la época.
Muy poco a que hincarle el diente para el lector del siglo XXI si no fuera por un pequeño detalle desagradable que, me temo, ha sido el que ha dado un fama injusta al libro. Bibbiéna tuvo que huir de Francia al ser acusado de la violación de una niña de cuatro años. Un escritor pedófilo más que no es el único ejemplo dentro del fantástico (me estoy acordando de William Beckford, el autor de “Vathek”). Pero este dato arroja una luz realmente perturbadora a una serie de pasajes de la novela en los cuales su protagonista tiene un comportamiento más que peculair ante su sílfide del tamaño de una niña de cinco años.
Así pues, y sabido esto, “La muñeca” pasa de ser un insípido y anticuado libro a un perverso y ambiguo tratado de patología sexual. Avisado queda el que lo encuentre por ahí.